(O rayas y centollas)
Así, podríamos decir, empezó todo.
Tormentas de las de en serio, y de las simbólicas.
Allá y acá.
Miedos crecidos como olas de tsunami, de esas que suelo soñar que se comen la playa y hay que salir corriendo y dejar todo atrás.
Relámpagos a repetición y el atronador vozarrón de la tormenta acaparando todo el valle de Punilla.
Me cago en Zeus y en su poder.
Y vos ahí, ni enterado, multiplicándote exponencialmente.
YA te amo.
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