miércoles, 29 de julio de 2015

Un día te voy a contar de toda la gente que te hizo upa estos meses, antes de nacer.
<3

domingo, 12 de julio de 2015

semana de cumpleaños

Estas de hoy son palabras para mi hija Julia, no sé para qué recodo del tiempo de su vida que espero que sea larga y hermosa, llena de amor y amigos y feliz magia.

Tal vez, Julia, leas esto cuando seas muy, muy viejita y yo ya no sea. O capaz te lo leo en tu cumple de tres, o te lo canto cuando nazcas en un par de meses.
Julia, el tiempo se me hace como el algodón de azúcar: al chuparlo se disuelve, deja de ser gran nube rosada y se transforma en casi nada, un sabor en la boca.
Tu papá se fue de casa hace un poquito más de dos meses. No duerme más conmigo, ni con vos. No vuelve después de trabajar o cursar. No se despierta del otro lado de la cama. No se baña acá ni prepara la comida, ni va al supermercado.
Ahora viene de visita, algunos días. Yo lo quiero mucho, a pesar de que estoy enojada y triste, y enojada de vuelta. No sé bien qué le pasa.
Hoy le dije: que vos eras nuestra. De los dos. Algo querido, deseado, soñado, preparado entre los dos. Y es cierto, te lo juro. Él también lo dijo. Hoy. Y que te iba a amar mucho.
Ahora llueve y tu papá se fue en bicicleta. A mí me asusta que ande en bicicleta sin luces, pero él dice que va despacio. Creo que esto fue algo importante para él, para decidir irse. Mis sustos, digo. Me asustan muchas cosas, Julia.
A tu papá le dio un susto hoy, de pensarte. Falta tan poco, dijo. Él también tiene miedo.
Yo creo que podríamos haber sido más fuertes juntos. Todos tienen miedo. Vos vas a tener miedo, también. Yo voy a hacer todo lo posible para que tus miedos no te detengan. Nunca. Que sepas que se puede tener miedo pero que el miedo no pueda tenerte a vos.
Los domingos son difíciles. Algunas madrugadas, también. Yo extraño los abrazos de tu papá, sus besos, y esperarlo o que me espere después de un día fuera de casa. Extraño que me diga la chiquita, y dormir la siesta. Extraño mirarlo largo rato a los ojos.
Hoy saqué algunas de sus cosas del placard. No es fácil. No me decido a sacarlo del todo.
Lloro mucho, Julia. Espero que esto no te moleste. Que entiendas que no es con vos. Cada vez que te movés recuerdo que tengo una sonrisa. Y sonrío. Y no hay nada más lindo que saber, corroborar cada vez, que ahí estás, creciendo y pateando. Recordándome que a pesar de los vientos huracanados y las tormentas de verano, el amor existe.
Esta semana cumplo 32 años. Es una barbaridad de tiempo. Mis cumpleaños siempre me ponen un poco sensible. Este es tan especial, porque estás vos ahí y porque tu papá no está conmigo.
Me pone triste eso. Mi papá tampoco está conmigo, pero de eso ya hace mucho tiempo.

Lo que pasa es que me canso de la tristeza. Me canso de la palmadita en el hombro, de las pruebas para crecer y ser fuerte. Sólo quisiera un poco de calma. Vivir un poco menos intensamente. Sí. La intensidad cansa. No deja tiempo para otras cosas. 

sábado, 4 de julio de 2015

Nos esperamos pacientemente. Amorosamente.
Yo me hago preguntas.
Y me asusto. Y me ilusiono. Y me río.
Vos nadás en tu pequeño océano boca abajo.

Acá afuera es invierno, y a veces me da por llorar un día entero.
No es tu culpa, no. Te lo digo bajito y creo que entendés.

Yo quiero ser, para vos, la mejor versión de mí misma.

Te espero y trabajo, mientras vos crecés otro rato.

Acá afuera es invierno y me da por comer chocolate.
Y nos desparramamos las dos, y la tristeza se pliega y se guarda como un pañuelo.

El tiempo pasa extrañamente cuando uno está solo.
No sé qué se hace del tiempo, por ejemplo, en las tardes de sábado.

Ahí adentro, hija, ¿el tiempo no existe?

Trabajo en la sombra de mis miedos, que son como un árbol bajo la tormenta.
Las ramas se agitan, se proyectan como un monstruo terrible, como una cabeza de Medusa.
Pero hay que mirar a los ojos. Al ojo de la tormenta, aunque me convierta en piedra.

Quiero ser ladrillo. Fortaleza y también escalera. Piedra sobre piedra, despacio, me reconstruyo.

Después nos veremos las caras y  tal vez el tiempo estalle, como una piñata.

Vas a darle cuerda al reloj, pequeño cronopio.