lunes, 15 de agosto de 2016

hoy

De cuando en cuando el gato cela a la hija y la hija cela al gato, y nos amontonamos los tres así, disfuncionalmente amontonados; y la hija mira al gato, yo miro a la cámara y el gato mira la pared, disimulando que aunque él llegó primero -al regazo, a la vida- ella llegó como tornado y dio vuelta las palmeras.
Una familia. Algunos dicen miau y dejan caminitos de patas estampadas en las cerámicas; otros dicen bau y ebbb y ta, na, ma, y dejan pegote de vitina en sillas y sillones; otros vamos dejando estas palabritas que no suenan más que al escribirse, y después se llaman a silencio y se llaman en el silencio. Se amontonan, también, las palabritas. Para Julia. Para siempre.