lunes, 28 de enero de 2019

milanesas 1, vegetarianismo 0

El viernes a la noche salimos a aprovechar un evento del FIBA acá a la vuelta. Algunas cuadras peatonales, lo cual ya fue un hit para Julia.
Después de bailar una chacarera en la calle con un recital de balcón, embelesarse con una performance en un negocio de ropa antigua (según ella, la chica -que bailaba con un maniquí- estaba ordenando su cuarto), realizar un bricolage, y volver a bailar en la calle en un recital de cumbia; Julia pidió no ir a casa, sino a un bar a comer una empanada. Allá fuimos, a un deslucido Kentucky que resultó tener un pelotero arriba ("si hay juegos, jugo; si no, no") y recién nos enteramos. "¿Empanada de qué querés?", le pregunto, "¿de carne?"; "Em... de milanesa, mejor". Nunca llegó su empanada, y ella se durmió diciendo: "Al final no comí". Una daga en mi corazón de idishe mame.

Hoy mirábamos en la tele cómo freían un pescado. Atinamos a explicarle que el pescado que se comía era un pez muerto. Agregamos, ante su interés, que la milanesa de carne era también un pedazo de vaca muerta. Esperamos con cierta intriga el desenlace de esta revelación.

"¡Mmm!... ¡me encanta la milanesa de muerta!", fue su conclusión.

Lo intentamos, vaquitas.

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